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- Puebla, Pue. México.

08unam01La jefa de la Subdivisión de Investigación Clínica de la entidad universitaria, Rosa María Wong Chew, mencionó que comienza la etapa fuerte de la temporada invernal y la mayor cantidad de sucesos de esa enfermedad -sobre todo en menores- se registrarán de diciembre a enero.

Al explicar ¿qué pasa con la neumonía en niños y la situación en México?, recordó: las infecciones respiratorias bajas -como la neumonía o bronquitis- son la cuarta causa de muerte en todas las edades en el mundo, y la segunda en menores de cinco años. En nuestra nación, las infecciones respiratorias agudas son uno de los 10 principales orígenes de enfermedad; en tanto, la influenza y la neumonía son la tercera razón de fallecimiento en menores de cinco años, de acuerdo con datos oficiales de 2019.

De ahí la importancia de las medidas de prevención, recalcó Víctor Gómez Bocanegra, académico del Departamento de Salud Pública, quien descartó una sobredemanda de atención o que las instituciones y los servicios de emergencia sean rebasados. Pero eso va de la mano con las acciones que las personas puedan llevar a cabo.

Además, en China el número de personas con neumonía que se registran no parece estar tan alejado de lo que se había observado previo a la pandemia por COVID, aclaró. “Es un motivo de alerta, pero que no va más allá de lo que los epidemiólogos esperamos”.

En tanto, en México, históricamente de octubre a enero, se presentan repuntes de infecciones de vías respiratorias en el tracto superior (que disminuyeron en 2020 debido al confinamiento por la pandemia), y “lo que ocurre en la actualidad, respecto al año pasado, no es tan diferente”.

El especialista reiteró que quien debe determinar el tratamiento es el médico, por lo que hizo un llamado a la población a evitar la automedicación. La mayor cantidad de las infecciones en vías respiratorias son virales, cuya atención consiste en tomar abundantes líquidos y algunos medicamentos para disminuir los síntomas; el uso de antibióticos se requiere solo cuando la persona presenta una infección bacteriana asociada a, por ejemplo, Mycoplasma pneumoniae.

Como medidas preventivas, sugirió la vacunación disponible “antes de que haga más frío”; ahora se lleva a cabo la campaña contra la influenza y hay que aprovecharla, ya que aunque los biológicos no evitan que las personas se enfermen, sí previenen un cuadro grave.

Al proseguir, Rosa María Wong detalló que cuando se desarrolla rinitis, faringitis, amigdalitis, rinosinusitis o laringitis, se presentan síntomas como tos, fiebre, mocos (amarillos, verdes o transparentes, dependiendo de si se trata de bacterias o virus), o dolor de oído; al pasar a los pulmones se observa dificultad respiratoria, porque el patógeno impide el intercambio de gas en esos órganos y una oxigenación adecuada.

Cuando a un pequeño se le “hunden” las costillas, no quiere comer, tiene fiebre alta, respira rápido, la saturación de oxígeno está por debajo de 90 y sus labios se ponen morados, hay indicios de que están comprometidos sus pulmones y eso sugiere que tiene neumonía, refirió.

Este año apenas estamos comenzando y vemos la presencia del virus sincitial respiratorio (causante de bronquiolitis y neumonía), que sigue siendo el patógeno más frecuente, seguido de rinovirus e influenza.

Wong Chew puntualizó que se presentan millones de infecciones respiratorias, pero no todas derivan en neumonía. Ello depende del estado de salud previo del paciente, si tiene comorbilidades, si su sistema inmune está comprometido, etcétera. En la niñez, la mayoría de los casos se quedan en infecciones leves en vías respiratorias altas y, en ocasiones, se desarrolla una grave.

Al respecto, Gómez Bocanegra añadió que, en promedio, cada año hay de cinco o seis millones de infecciones de vías respiratorias y las que terminan en neumonía significan un porcentaje reducido, debido a las condiciones específicas del paciente.

El experto resaltó la importancia de tomar medidas preventivas. Una persona infectada, al hablar, toser, estornudar o limpiarse la nariz, expulsa microgotas las cuales podría aspirar una persona sana y contagiarse. Por ello es importante continuar con las medidas de prevención que aprendimos en la pandemia: uso de cubrebocas, sobre todo por parte del enfermo o de quienes están a su alrededor.

Asimismo, lavado de manos frecuente con agua y jabón, o uso de alcohol en gel al 70 por ciento; etiqueta respiratoria (cubrir nariz y boca con un pañuelo desechable al toser o estornudar, o hacerlo en el ángulo del codo); reducir el tiempo de estancia en lugares concurridos o poco ventilados; permanecer a un metro de quienes tosen o estornudan; evitar saludar de mano o de beso, así como tocar la cara, entre otras acciones.