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- Puebla, Pue. México.

La próxima visita del Papa Francisco a nuestro país, independientemente de ser motivo de alegría y esperanza para los millones de católicos que seguramente acudirán a las ciudades que visitará en su recorrido para reforzar la fe católica, tiene otras connotaciones sociales y de carácter político que seguramente tienen nerviosos a varios líderes del episcopado por una parte, ante su inacción respecto a la situación que viven más de 60 millones de mexicanos en la pobreza y de los miles de familiares que han sido víctimas de la delincuencia organizada, por las más de 26 mil desapariciones denunciadas de sus hijos o esposos y, por otra parte, a las autoridades de los tres niveles de gobierno que han recibido un sinfín de críticas y han causado malestar social por los altos niveles de corrupción e impunidad que han contaminado a las instituciones del Estado y a los Partidos Políticos, menoscabando la incipiente democracia del país.

01derechos01Quien piense que el mensaje del Papa sólo será para pregonar la doctrina de Cristo y tocar asuntos eminentemente de carácter religioso, está en un error, ya que si analizamos el impacto que han tenido sus giras en los países que desde el inicio de su pontificado ha realizado, se dará cuenta de que es un profundo conocedor de la problemática de cada nación y que el acercamiento con los grupos más vulnerables y sectores más lastimados de la sociedad ha sido una de sus prioridades, a fin de convertirse en interlocutor para atender sus demandas, la mayoría de las veces con muy buenos resultados, que han obligado a los jefes de estado a cumplir con sus peticiones, no sin antes recibir llamados de atención respetuosos, que demuestran la preocupación y compromiso del máximo representante de la Iglesia Católica en el planeta con los desposeídos, ya que el peso de su opinión en el ánimo de los gobernantes es muy fuerte y al tener siempre los reflectores del mundo, saben que en una visita de estas características se están jugando algo más que su prestigio como autoridades del país, sino su imagen a nivel internacional.

Por ello, esta visita reviste una gran trascendencia para México, en momentos en que la desigualdad e inequitativo reparto de la riqueza ha llegado a su máxima expresión, así como las violaciones sistemáticas a los derechos humanos; no es lo mismo que grupos opositores al gobierno del presidente Peña Nieto y líderes como Andrés Manuel López Obrador critiquen las decisiones que se toman desde la cúpula del poder y los grandes beneficios y prebendas de que gozan los grupos empresariales, en deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos, a que venga un líder mundial como el Papa, a escuchar las inconformidades y la terrible situación en que viven ciudadanos, como los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa o las familias que han sido desplazados de sus lugares de origen, por la violencia e inseguridad que priva en diferentes Estados de la República de la zona norte y que hoy son controlados por la delincuencia organizada.

Muchos serán los reclamos y peticiones de ayuda que recibirá Francisco de parte de todos estos grupos, por lo que sugiero leer entre líneas el contenido de sus discursos y sobre todo las reuniones que sostendrá con personajes de la vida política y representantes de organismos ciudadanos, para después medir las repercusiones e impacto de sus mensajes entre nuestros gobernantes; si se dan cambios a favor de los grupos desposeídos y la Iglesia retoma un papel protagónico en defensa de quienes han pedido su interlocución, la visita habrá cumplido sus objetivos, pero si ocurre lo contrario, quedará demostrado que a México de su situación actual, no lo salva ni el Papa.