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- Puebla, Pue. México.

México vivió nuevamente una sacudida social, que pareciera coincidencia, pero otra vez el fantasma de la violencia se presentó a unos días de que se recordará la tragedia del 2 de octubre de 1968, donde jóvenes con ideales -de esa época- fueron humillados y masacrados por un gobierno absurdo e ignorante que prefirió bañar de sangre el suelo nacional que llenarlo de gloria.
 
online01Pero la historia es así, son las propias personas las que crean momentos que pueden ser memorables o trágicos, y en esta ocasión México nuevamente se convirtió en noticia internacional, por la barbarie que se vive hoy con la muerte artera y el secuestro de 43 jóvenes que estudiaban en la Normal de Ayotzinapa en Guerrero, a quienes les cortaron las alas por tener un “espíritu de rebeldía estudiantil”.
 
Este hecho violento es un reflejo de la descomposición social que se viven en el país, donde el Estado y la sociedad se han visto rebasados por los grupos delictivos, que dan muestra de control y poderío, quienes haciendo uso del terror y de la violencia han generado una cultura de miedo que tiene sometida a la población.
 
Han pasado  más de cuatro décadas, de los hechos lamentables del 2 de octubre de 1968, y a partir de entonces el país ha vivido momentos complejos, con hechos trágicos en contra de miles de cientos de mujeres y hombres: niños, jóvenes y adultos mayores que hoy forman parte de las estadísticas promovidas por el crimen organizado.
 
Estos actos violentos en México, han sido más agudos en los últimos 14 años, debido a una guerra que se inició en contra de la delincuencia organizada, acción emprendida por el gobierno de Vicente Fox, seguida con más rigor por Felipe Calderón Hinojosa, y continuada ahora, en esta misma inercia, por la actual administración federal.
 
online02Dirán algunas personas comunes o estudiosos del tema que antes los delincuentes, dedicados al narcotráfico, tenían códigos que les impedían meterse con personas externas al negocio, era un asunto de mafias cuando se trataba de actuar. Sin embargo, este código de respeto, por así decirlo, se rompió desde el momento en que la delincuencia organizada vio amenazados sus intereses por el control de las plazas.
 
Los cárteles que manejaban el negocio eran pocos, pero como hiedra esta red delictiva creció a tal grado, que complicó al mismo crimen organizado mantener el control de su gente. Este cáncer, por así decirlo, ya había infectado a la sociedad, al invadir instituciones como la policía e incluso el ejército.
 
La guerra Estado-Delincuencia ha llevado al país a un clima de zozobra, sobre todo porque hoy pagan “justos por pecadores” en acciones tan irracionales al hacer uso de personas ajenas al negocio para dar escarmientos y mostrar su poder y dominio; y pareciera que esto pasó con el caso de los normalistas de Ayotzinapa, donde el crimen organizado en complicidad con la policía municipal dieron un mensaje, quién sabe a quién, sacrificando a jóvenes de una manera tan vil, al acabar de tajo con su futuro.

online03Lo que está ocurriendo en México, es una señal que debe ser considerada por las autoridades federales, estatales y municipales, así como por la familia, como una prioridad. Cada uno de estos sectores deben unir esfuerzos para promover con más rigor la educación en  todos sus niveles, educación que sin duda es el elemento central para acabar con la ignorancia y promover conciencia, conocimiento y valores que no sólo dan respeto a la vida sino a la dignidad y progreso de las personas.
 
Es a partir de la educación, desde los niveles básico hasta los de licenciatura y posgrado, donde los estudiantes podrán tener un aliado y adquirir una visión distinta para construir el país que soñamos.
 
Esto evitará al Estado Mexicano que más 7 millones de jóvenes que Ni estudian Ni Trabajan queden sujetos a tentaciones que los lleven a caer en manos del crimen organizado.
 
Lo que sucedió en Iguala, Guerrero, con la muerte de normalistas y los 43 desaparecidos, es un claro ejemplo de que el tiempo para México ya se acabó, y es momento de que gobierno, empresarios, iglesia, escuelas, universidades y la sociedad, en su conjunto, actúen para encontrar soluciones y eviten con ello que actos de barbarie como los ocurridos el pasado 27 de septiembre se sigan presentando, donde la educación como diría Nelson Mandela: “… es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar al mundo”.
 
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