En pleno siglo XXI encontramos situaciones urbanas totalmente desconcertante: las ciudades que habitamos no son para todos. Los entornos urbanos, en los que se desarrolla la vida del ser humano, han sido diseñadas para personas sanas, jóvenes y fuertes; con físicos estándares y sin problemas de discapacidades.

El ser humano ha luchado por adaptar el medio natural a sus necesidades, transformando su entorno para hacerlo humano, habitable, “amigable”. Al día de hoy se puede afirmar que la diversidad humana ha aumentado en cuanto a la edad, la cultura y las capacidades y, aunque se han superado muchas enfermedades y lesiones, siempre se convivirá con individuos vulnerable y de capacidades diferenciadas.

Cuando se habla de personas, también debe hablarse de niños, niños con discapacidad y gente con diversidad funcional, capacidades diversas o con movilidad reducida. El espacio público urbano es usado por personas que presentan discapacidades cognitivas, intelectuales, auditivas, visuales, entre otras.

Existen situaciones que discapacitan temporalmente, tales como transitar con niños o bebes, empujar un triciclo o ir sobre una patineta. No debe olvidarse que la discapacidad implica una pérdida o alteración de capacidades en su interacción con el entorno, y este fenómeno en la edad infantil puede producirse con mayor o menor intensidad. Ya no se diga en las edades adultas cuando se produce un proceso de deterioro y madurez.

En esas edades es cuando de sufre más el urbanismo. El medio puede ser muy hostil si los espacios abiertos no se han pensado en términos de accesibilidad universal. Susang Sontag en su libro “La enfermedad y sus metáforas” se acerca a la enfermedad estableciendo conexiones con lo que históricamente supuso la tuberculosis y lo que supone el cáncer, como uno de los estados generadores de situaciones discapacitantes más presentes hoy en día, aportando la siguiente definición:

“La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar”.

 

Ciudades seguras para niños

Los urbanistas, al diseñar y proponer espacios, deberían considerar la accesibilidad universal infantil de las áreas públicas. Independientemente de las capacidades que cada niño posea. Cuidar que los entornos no generen situaciones discapacitantes al impedir que los niños desarrollen su autonomía con comodidad y seguridad.

Se pueden encontrar soluciones sencillas pera para cumplirlas es preciso un compromiso por parte de los agentes que inician los procesos de diseño, ya que, si desde la idea de proyecto se contemplarán los requerimientos del universo de la población infantil y sus comportamientos frente a los entornos, no habría que estar constantemente adaptándolos una vez construidos.

Sin duda que, pensar la ciudad en función de los niños, cambiaría todos aquellos entornos, productos, bienes y servicios diseñados bajos los principios del diseño universal en beneficio de la calidad de vida de todas las personas, de todas las edades.

El diseño urbano de accesibilidad universal supone que el experto, ha considerado productos que satisfacen múltiples necesidades y es usable por niños y gentes mayores. Es el diseño que tiene en cuenta la diversidad humana, la inclusión social y la igualdad. Este acercamiento holístico e innovador constituye un reto creativo y ético para los/las responsables de la planificación, el diseño, la gestión y la administración, así como para la clase política.

El urbanismo de accesibilidad universal se presenta como un gran reto social del siglo XXI; un reto dirigido a la sociedad y a los expertos implicados en la construcción de ciudad, y en particular, un pulso a todo lo que rodea el diseño de los espacios públicos; al diseño del envoltorio urbano que sirve de base a la vida en general.

 

Entornos accesibles

Existen numerosas definiciones sobre accesibilidad, pero en su gran mayoría hacen referencia a un campo o temática específica o simplemente de la fuente originaria de la que procedan, haciéndose muy complicado su uso generalizado, de hecho si analizamos la terminología empleada en la “Norma Técnica Complementaria para el Proyecto Arquitectónico”, emitida oficialmente por el Gobierno del Distrito Federal en Febrero del 2011, dice:

Accesibilidad es la combinación de elementos constructivos y operativos que permiten a cualquier persona con discapacidad, entrar, desplazarse, salir, orientarse y comunicarse con el uso seguro, autónomo y cómodo en los espacios construidos, el mobiliario y equipo, el transporte, la información y las comunicaciones.

Tal vez sean los europeos quienes hayan avanzado más en términos de accesibilidad universal y urbanismo para niños. En el caso de España, por ejemplo, la legislación está impuesta desde la Comunidad Europea, en dónde se define como “una característica básica en el entorno construido. Es la condición que posibilita el llegar, entrar, sentir y utilizar las casas, tiendas, los teatros, los parques y los lugares de trabajo.

La ausencia de accesibilidad universal en las ciudades, actúa como factor discriminante, implicando marginación y disminución del bienestar o calidad de vida para cualquier individuo de cualquier edad y cualquier condición.

Para saber más: Eduardo Torres. Discapacidad y accesibilidad en la Ciudad de México, reflexiones desde una perspectiva antropofísica. http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=18957