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Era necesario el recuento histórico de la anterior entrega para sustentar las bases que me permitiesen reflexionar con respeto y compromiso, antes de emitir una opinión sobre la coyuntura institucional actual en la BUAP, matizada por el proceso electoral hacia una nueva figura al frente de la Universidad.

Llegará el día después cuando se calmen los ánimos de una campaña electoral matizada por asimétricas posturas, algunas bajo una perspectiva de continuidad y cambio y otras de ruptura y cambio, todas ellas muy válidas desde el imaginario democrático. Ese día tendremos al frente un nuevo Rector/a y habrá que decidir el rumbo próximo en un contexto postpandemia donde estaremos frente a un nuevo paradigma institucional marcado por un cambio de época.

Construir de forma participativa y reflexiva lo que será la BUAP en un cambio de época postpandemia, enfrentar los retos y oportunidades derivadas del proceso disruptivo que ha impuesto el COVID-19, requiere en primer lugar de hacer un alto en el camino, evitar la acción coyuntural y las ocurrencias para construir un Plan de Desarrollo Institucional que marque con certeza el mapa de ruta de una Universidad Transformadora con Compromiso Social que deriva del slogan universitario de Pensar Bien para Vivir Mejor.

Usaré una analogía medio ambiental sobre un imaginario institucional. ¿Aspiramos que la BUAP sea un Bosque o una Selva?. Un Bosque es un ecosistema, que a diferencia de la Selva, se caracteriza por una mayor penetración de la luz e intercambio solar y en consecuencia, con mayor grado de oxigenación. La Selva es densa, tupida, diversa, igualmente un ecosistema, pero con menores posibilidades de intercambio con la luz, endogámica en su esencia y de difícil intervención para su desarrollo y sostenibilidad que vaya más allá de su propia naturaleza.

He tenido la oportunidad de seguir con atención los Informes de Rector de los últimos 20 años. Todos son una apología al éxito con suficientes evidencias que construyen un imaginario de institución que crece, se desarrolla y sostiene con éxitos y retos. Sin embargo hoy quiero referirme a un tema de visión y planeación estratégica del desarrollo y la sostenibilidad institucional, al desarrollo institucional basado en buenas prácticas y gestión del conocimiento puesto en valor.

He realizado el ejercicio de transponer en el tiempo buenas prácticas institucionales y casos de éxitos reflejados en un Informe de Rector y darle seguimiento en cuatrienios siguientes y con pesar observo como languidecen en el tiempo, no se incrustan en los procesos sustantivos y más parecen evidencias de relumbre, impulsadas por la coyuntura, con un fuerte y dedicado apoyo presupuestal desde la Rectoría. La BUAP ha estado plagada de iniciativas, casos y proyectos de éxito pero ¿Por qué son efímeros y no trascienden en el tiempo?. Lo Barroco en el arte y la cultura es deslumbrante pero en lo institucional se convierte en una pérdida de energía, esfuerzo y recursos.

Las causas de esta situación son disimiles y complejas, sin embargo hay formas de gestionar el riesgo de estos fracasos si hiciéramos un profundo ejercicio de reflexión acerca de ¿Qué es una Universidad Pública?, ¿Cómo construye valor para la Sociedad a la se debe?, ¿Cómo mide el retorno del aporte que hace la Sociedad en términos de movilidad social de los estudiantes que forma y su entorno más cercano?, ¿Cómo impacta en la mejora de los indicadores de desarrollo sostenible de las regiones donde actúa?, y otras preguntas que pudieran hacerse para determinar el Valor Público y Social de la universidad como institución vanguardia de la Sociedad.

En la nueva etapa que se vislumbra de Cambio y Disrupción, marcadas por la era postCOVID y la asunción de un/a nuevo/a Rector/a, la Gestión de la Diversidad con Creación Valor Público y Social, deberá ser la estrategia más acertada al construir el rumbo de los próximos años. Ello presupone un modelo de análisis por capas que consideren lo antropológico, lo cultural y lo institucional y en base a ello, organizar procesos, proyectos, retos, metas e indicadores.

Este ejercicio de reflexión nos permite alinear y dar sentido a los Proyectos, alejados de sus dinámicas internas, coyunturales y endogámicas y que estén alineados a formas de expresión de valor transformacional para estudiantes y la Sociedad en su conjunto. Debemos nutrirnos de formas, proyectos, ideas, iniciativas que surgen de éxitos en otras configuraciones sociales como las empresas, las organizaciones de la Sociedad Civil y el Gobierno, pero, al ser traídas a la BUAP, deberán ser reconfiguradas y alineadas con la aportación de valor para la Universidad e incrustarse en la vida orgánica y los procesos sustantivos de cada Unidad Académica. Una estrategia de hacer sentido a lo que se propone y se ejecuta, en un marco de respeto a la diversidad y la disciplina institucional, no resta valor a la esencia democrática y participativa que nos caracteriza.

Después de 15 años de implementación, con aciertos y errores, se hace necesario un replanteamiento del Modelo bajo tres nuevas premisas:

1. La oportunidad de Transformación Digital derivada de la pandemia del COVID-19.
2. La creación de valor público y social para estudiantes y sectores de absorción.
3. La organización de sistemas educativos basados en la complejidad.

Derivado de las premisas anteriores, se hace necesario analizar el Modelo bajo nuevas perspectivas de Organización y Modelación que contribuyan a una mejor articulación de insumos y procesos en función de lograr mejores resultados.

Vale la pena indicar que los 15 años transcurridos bajo la filosofía de la Calidad, impregnada en el Modelo Universitario MINERVA, ha significado importantes logros de visibilidad y acreditación de la BUAP, particularmente en la Acreditación de la Calidad de Programas de Bachillerato, Licenciatura y Posgrado y la Certificación ISO de un número significativo de Dependencias y Procesos Universitarios.

Sin embargo, en una MacroUniversidad que atiende a más de 130,000 estudiantes, la organización académica por Facultades, Escuelas e Institutos, si bien contribuye a la especialización y fortalecimiento disciplinar de los Cuerpos Académicos, merma la eficiencia en la puesta en valor de las capacidades académicas, deriva en fragmentación y limita la inter y la transdisciplinariedad para atender problemas de naturaleza compleja que se presentan en la formación, la investigación y la vinculación con la Sociedad y el Desarrollo.

En base a los antecedentes y consideraciones anteriores, respecto al proceso de docencia universitaria, habrá de formular el problema de un nuevo modelo académico-educativo bajo el paradigma de la Educación 4.0 en los términos de: Necesidad de orientar el Modelo Universitario hacia la Creación de Cadenas de Valor para el Estudiantado a lo largo del proceso formativo, atendiendo a paradigmas complejos del proceso aprendizaje-enseñanza, la transformación digital , la glokalidad, las fuentes de aprendizaje abiertas y los escenarios de la ocupación y el empleo de las generaciones millenials y Z. Es momento de derribar mitos, y acercarnos un poco más a la esencia, intereses y metas que tienen estos jóvenes que hoy se forman en la Universidad.

Que sea bienvenida esta Nueva Etapa en la BUAP y que el día después de esta apasionada contienda por la Elección de Rector/a lleguemos plenos de compromisos en el imaginario de Pensar Bien, Para Vivir Mejor.

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