El siglo XXI lo bautizamos como “del conocimiento”, sin embargo, no podemos considerar esta era sin la valiosa participación de la mujer, quien ha mostrado un desarrollo pleno en todos los sentidos de la vida social y productiva en el mundo. Sin embargo, a pesar de este avance, el sector femenino no ha podido lograr un equilibrio real, debido a que el mundo sigue siendo dominado por el sexo mal llamado “fuerte”, el de los hombres.
La historia ha marcado a las mujeres desde el mismo inicio de la humanidad, quienes han tenido que vivir al lado de los hombres, binomio perfecto que dio como resultado la creación de los humanos, una especie que se ha reproducido a tal grado que hoy somos en el mundo más de 7 mil 214 millones de personas, de los cuales casi el 50 por ciento de la población es del género femenino.
¿Pero qué ha pasado con la equidad?
Sin duda el tiempo ha marcado una clara distancia entre los beneficios y las responsabilidades que tanto mujeres como hombres tienen.
Una característica que es importante mencionar del abismo que existe entre estos dos seres terrestres, tiene que ver con la constitución física y biológica de ambos, mismas que los llevan a jugar un rol específico en la concepción de la propia sociedad y de los sectores económicos, científicos, culturales, etc.
Por un lado las mujeres en esta ecuación de la que hablamos, se convierten en las responsables de llevar el principal peso social: la maternidad.
Durante nueve meses llevarán en el interior de sus cuerpos, a los seres que se convertirán en los hijos que serán parte de una familia, o en los casos más extremos, simplemente nacerán al lado de sus madres.
Por el lado de los hombres, viéndolo desde el punto de vista objetivo, simplemente son los que proporcionan esa semilla, que una vez plantada, verán cómo transcurren los mismos nueve meses, para ver cristalizada su obra.
La inequidad que hay en este proceso reproductivo sin duda recae más en la mujer que en el hombre, que sin culpar a ninguno porque la función genética es así, las mamás son las que más pierden, ya que en nueve meses tienen que dedicarse al cien por ciento en cuidar al producto hasta su alumbramiento. Pero el tema no acaba ahí, porque este se extiende hasta ir viendo, paso a paso, como se va dando el desarrollo del niño, proceso evolutivo que regularmente avanza hasta la adolescencia.
¿Pero qué pasó en este tiempo?
Las mujeres tuvieron que sacrificar no sólo nueve meses sino entre 10 y hasta 23 años de sus vidas para dedicar su tiempo en la educación de su hijo y en la conducción de la familia; esto considerando que se trata de un sólo niño.
En los hombres, la situación es diferente, el rol que juega dentro de la sociedad lo ponen en una posición relajada y menos complicada. En teoría lleva el mismo ritmo en su vida social y productiva, ya que durante nueve meses vé desde “una caja de cristal” como su compañera lleva el embarazo, y posteriormente, los siguientes 10 o 23 años, y pese a que es partícipe de este proceso de orientación y educación, el padre no pierde su su tiempo ni tampoco experimenta cambios físicos bruscos.
Este ejemplo no da una clara idea de las desigualdad que hay entre mujeres y hombres desde el punto de vista biológico, pero desde otros escenarios, la situación sigue siendo la misma, pese a que han la historia habla de los cambios que la representantes del género femenino han realizado desde los siglos XVIII hasta el actual, el XXI. Estas manifestaciones y lucha activa por la defensa de sus derechos, las llevaron a ser partícipes en los procesos democráticos, en la política, en la vida económica, universitaria, científica, cultural y deportiva.
Sin embargo, pese a esta participación, la equidad de género sigue siendo dispareja, ya que la balanza sigue favoreciendo a los hombres, quienes son los que ocupan un mayor número de posiciones sociales, políticas y productivas, que económicamente los llevan a estar por encima de las mujeres.
En México de 118 millones de personas, más de 63 millones son mujeres, cifra que representa el 53.26 por ciento contra el 50 por ciento de los hombres que suman 59 millones. Y aunque las mujeres son mayoría, la enorme brecha que existe de justicia y equidad es enorme, ya que el mal llamado sexo débil, a lo largo del tiempo ha tenido que ir paso a paso y escalón por escalón para alcanzar el nivel que le corresponde; mientras que los hombres ya están arriba, sólo con subirse en la escalera eléctrica.
Ahora que este mes se conmemora el Día Internacional de la Mujer, hace unos días en una reunión de alto nivel realizado en Santiago de Chile por la Organización de las Naciones Unidas, uno de los temas centrales fue erradicar la desigualdad de género para el año 2030. Es decir, las mujeres hicieron un llamamiento a la acción para redoblar los esfuerzos y renovar el compromiso político con el fin de erradicar la desigualdad de género para el año 2030.
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet; así como el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, coincidieron sobre la importancia de acelerar este proceso y lograr progresos tangibles para el 2020, con el fin de lograr la paridad total de género y el empoderamiento total de la mujer, que le lleve a terminar con la desigualdad al año 2030.
La equidad de género en la BUAP en aumento
La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a propósito de la celebración del Día Internacional de la Mujer, es una de las instituciones que más le ha apostado a la equidad de género y prueba de ello es que en la administración del rector Alfonso Esparza Ortiz, el equipo que lo acompaña está integrado por un importante número de mujeres destacadas que son partícipes de cada uno de los logros académicos, científicos y deportivos.
Una prueba de ello es que la población estudiantil en la BUAP está conformada mayormente por mujeres, es decir poco más del 50 por ciento.
Sin duda que el proceso de equidad de género que se vive en la máxima casa de estudios, abre la posibilidad para que en un futuro no muy lejano, podamos ver a la primera mujer rectora en la historia de la institución, sector que se ha venido preparando, y un ejemplo de ello es que poco a poco este sector ha venido ocupando cargos y responsabilidades que son fundamentales en la vida institucional, política y académica de la BUAP.
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"No podemos tener una revolución que no involucre y libere a las mujeres..."
John Lennon.
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