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- Puebla, Pue. México.

06justiciaibero01El Cono Sur cuenta con democracias jóvenes cuyos matices han conducido a sociedades cínicas y desencantadas, lo que abre las puertas a la instalación de gobiernos autoritarios.

De acuerdo con el Latinobarómetro, los latinoamericanos confían más en el ejército que en los sistemas de justicia.

En el lapso de unos cuantos días, Joe Biden declaró que “la democracia está en crisis” en vísperas de las elecciones de medio mandato; Cristina Fernández de Kirchner sufrió un intento de asesinato en directo; Chile rechazó el proyecto de nueva constitución, y Andrés Manuel López Obrador presentó su cuarto informe de gobierno marcado por la militarización del país.

Todos fueron eventos que pusieron en tela de juicio las estructuras políticas de sus respectivas latitudes y del continente en su conjunto. Para el Dr. Matthew Carnes, SJ, profesor del Departamento de Gobierno de la Universidad de Georgetown, estos acontecimientos delatan una crisis multidimensional que comprende aspectos de gobernanza, economía, seguridad y tejido social.

En su plática para la Comunidad Universitaria, el experto aseguró que existe una discordia generacional debido a que las personas jóvenes han crecido en entornos de crisis permanente. “Hay un punto de inflexión en 1999, donde comenzó un proceso de deterioro de la democracia”. Y advirtió a los estudiantes presentes: “Ustedes nunca han vivido en un mundo en el que la democracia no esté en declive”.

Estudios especializados indican que una porción importante del mundo no cuenta con una democracia plena. Para el Cono Sur, este sistema político es relativamente nuevo y no ha terminado de asentarse. De ahí la insatisfacción generalizada: desde hace más de una década, la democracia ha visto un declive en su popularidad como forma de gobierno ideal.

Uruguay y Costa Rica son los países latinoamericanos que más apoyan la democracia; México se encuentra por debajo de la media. Mientras tanto, regiones como Venezuela preferirían instalar un régimen democrático, pues se sienten muy poco satisfechos con la realidad actual. “Hay evidencia de que este modelo no inspira a la gente a participar. La democracia requiere de esa participación”.

Las sociedades también arrastran incógnitas respecto a cómo conciliar la diversidad cultural e ideológica con el fin de construir nuevos fundamentos para la vida en comunidad. La confianza, explicó el Dr. Carnes, es fundamental para cimentar relaciones sociales armónicas, complementarias y democráticas.

De acuerdo con el Latinobarómetro (2020), América Latina confía más en la Iglesia y en las fuerzas armadas que en los sistemas de justicia y los partidos políticos. Esto se debe a las grandes sospechas de corrupción que se han gestado en la opinión pública a través del tiempo.

De forma paralela, The Economist (2022) registró un aumento en el número de regímenes autoritarios en los últimos diez años. Explicó Matthew Carnes: “Los elegidos democráticamente cambian las leyes, prohíben la libertad de prensa y los grupos sociales. […] Antes, las democracias morían cuando los militares daban golpes de Estado. Hoy puede darse desde los elegidos”.

Las instituciones no son fáciles de perfeccionar. El resultado del plebiscito en Chile es la prueba: La nueva constitución, con 388 artículos, buscaba rehacer la democracia desde cero; la complejidad de dicha pretensión llevó a su fracaso. Al mismo tiempo, la erosión de los partidos políticos en favor de los personalismos ha dejado a la deriva la representación popular.

La disonancia entre las promesas de la democracia y sus resultados acarrea las mayores antipatías. América Latina es la región más desigual del mundo, y las personas lo resienten en su día a día en forma de pobreza y violencia. “[Las personas desilusionadas piensan]: ‘Si hay esa brecha, quizá la democracia no me sirva. Tal vez puedo elegir a un autoritario que cambie todo’”.

Carnes, SJ recordó que las universidades tienen la responsabilidad de convertirse en foros de diálogo intergeneracional e intercultural para comprender diferentes proyectos de democracia. “Debemos crear comunidades de solidaridad. La comunidad que tenemos aquí debe pensar en otras que estén más lejanas”. El llamado último del catedrático fue a fortalecer la esperanza de construir futuros mejores.

“Necesitamos soñar con democracias con adjetivos positivos. Puede haber varios tipos de democracias inclusivas e interculturales. ¿Cómo sería, por ejemplo, una democracia indígena mexicana?”: Dr. Matthew Carnes, SJ.

La conferencia de Matthew Carnes ocurrió en el marco de la presentación de la investigación Crisis y desencanto con la democracia en América Latina, llevada a cabo por 40 académicos de universidades jesuitas de la región. El trabajo propone una tipología del nivel de democracia en nueve países de la región y el apoyo social a este sistema de gobierno.

En sus páginas, el equipo identifica las democracias latinas como fallidas (Nicaragua y Venezuela), resilientes (Argentina y Chile), impopulares (Brasil), deficientes (México) y al límite (Bolivia, Ecuador y Colombia). De acuerdo con uno de sus autores, el Mtro. Roberto Alonso Muñoz, se concluye que “es visible el avance de la democracia en términos electorales, pero esto no necesariamente tiene mayor significado”.

El coordinador de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública de la IBERO Puebla destacó que la disparidad entre las instituciones provoca tensión y falta de apoyo popular, lo que redunda en la instalación de gobiernos iliberales. “La democracia no puede reducirse a las elecciones”, subrayó.