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- Puebla, Pue. México.

06ibero01“Estamos frente a la consolidación de una lógica de mecanismos de violencias masivas. Es necesario encontrar formas de supervivencia digna para todas las personas”: Dra. María Eugenia Sánchez.

Como parte de los esfuerzos de las instituciones del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), investigadores de la IBERO Puebla elaboraron el libro Desgarramientos civilizatorios. Símbolos, corporeidades, territorios, material que representa el aporte de la universidad poblana al proyecto académico interinstitucional Tejido social: socialidades y prácticas emergentes ante los desgarramientos civilizatorios.

El libro presentado por la Universidad Jesuita reúne nueve colaboraciones que abordan, desde diferentes perspectivas, problemáticas de coyuntura permanente. Uno de sus fines es constituir un auxiliar importante para jóvenes investigadores y expertos ávidos de perspectivas innovadoras.

Para el Dr. Arturo Aguirre Moreno, profesor-investigador de la BUAP, el compilado sitúa al lector en una dimensión histórica de problemas globales y locales, donde se desarrollan esfuerzos de aproximación sincrónica y diacrónica. “En México hemos llegado a un canon de estudios sobre la violencia; este libro no escatima al mencionar a pensadores locales o latinoamericanos”.

Se trata de una literatura crítica sobre su propio tiempo donde teoriza alrededor de violencias emergentes y sufrimientos colectivos: migraciones forzadas, capitalización simbólica, explotación colonial de un mundo global y crimen organizado, entre otros asuntos.

 

Pensamiento en movimiento

La noción de desgarramientos civilizatorios fue acuñada por la Dra. María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, investigadora de la IBERO Puebla y coordinadora del proyecto en cuestión. El concepto es una propuesta para entender el quiebre histórico para analizar la crisis civilizatoria: aparecen nuevas formas de violencia, pero también de resistencia y acción.

Esta crisis de la modernidad-colonialidad es resultado del entramado entre colonialismo, modernidad y patriarcado. “La crisis de este sistema deriva en la generación de islas de seguridad y bienestar, así como la acumulación de riquezas y la expresión de violencias hacia la diferencia”, explicó la Dra. Marcela Ibarra Mateos, directora del Laboratorio de Innovación Económica y Social (LAINES) de la IBERO Puebla y coautora del libro.

Entre las páginas de Desgarramientos civilizatorios se exploran las cada vez más desoladoras expresiones de violencias, donde el crimen organizado, el género y los usos predatorios de los cuerpos son ejes fundamentales para el necreoempoderamiento. No es un texto sobre alternativas posibles, advirtió, sino un análisis a las problemáticas sociales en un mundo global violento.

Ibarra Mateos se refirió a otros ensayos incluidos en el compilado. La Mtra. Mercedes Núñez Cuétara, investigadora de la IBERO Puebla, indaga en el trastocamiento del tejido político que concierne a las personas migrantes: “Su texto recupera estas formas de migrar, donde se habla de un sujeto social que puede considerarse como una acción colectiva”.

El aporte de la Dra. Nadia Castillo Romero parte de los ámbitos de resistencia frente a la explotación desde los cuales se gestan los proyectos exitosos de economía social. Allí, la directora del Departamento de Ciencias Sociales recupera el acompañamiento, en 2016, de la Universidad a comunidades de Chiapas que buscaban generar economía en un contexto de crimen organizado.

 

Supervivencia digna

A un año de distancia de la Semana de Investigación 2020, en los primeros avances de este texto, la Dra. María Eugenia Sánchez consideraba que las sociedades no habían “elaborado el duelo por el futuro que no será”. Luego de un año de confinamiento, piensa que son necesarias nuevas fortalezas emocionales y recursos para comprendernos a nosotros mismos y al mundo.

Los desgarramientos civilizatorios, explicó su autora, son el resultado de grandes violencias naturalizadas. Un ejemplo es el declive de la viabilidad de los modelos de desarrollo subsidiado por la explotación de los recursos naturales, mismo que genera beneficios para una minoría. Lo mismo puede decirse del desgarramiento entre ciudadanía y diversidad, donde el primero está arraigado en el concepto del varón blanco productivo heterosexual.

Por un lado, el libro busca deconstruir categorías familiares de análisis ante el resquebrajamiento del orden civilizatorio construido desde el siglo XVI y de sus instituciones. Al mismo tiempo, se toma distancia del pensamiento posmoderno radical cuya tonalidad nihilista niega la posibilidad de comunicación entre racionalidades distintas.

Los desgarramientos generan violencias nuevas y viejas. No obstante, las soluciones emergentes no siempre parten del conocimiento profundo de las problemáticas sociales. En ese sentido, deseó que los análisis contenidos en el libro permitan construir presentes dignos desde donde resistir y celebrar, siendo la pandemia la oportunidad para crear vínculos y comprenderse a uno mismo.

El primer capítulo de la obra, escrito por Sánchez Díaz de Rivera, presenta la propuesta teórica que enmarca la discusión del resto de los apartados. En el segundo, Antonio Fuentes Díaz explora la violencia en México a partir de un proceso de extracción y regulación de la excedencia, mientras que José Sánchez Carbó analiza las articulaciones de la representación en la literatura.

En el tercer apartado, Óscar Soto Badillo recupera la categoría de formaciones predatorias en América Latina; le sigue Mercedes Núñez con un análisis de la reconfiguración del migrante a partir de las caravanas recientes, y Nadia Castillo aborda experiencias de prácticas de economía social en diferentes contextos.

Para el último tercio de Desgarramientos civilizatorios, Andrea de la Hidalga Ríos estudia la forma simbiótica en la que se articulan la sociedad y el racismo; Galilea Cariño Cepeda aborda las reconfiguraciones de las instituciones del encierro, y Natalia Escalante cierra con una aportación al debate de la despenalización del aborto centrado en la subjetividad humana.