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- Puebla, Pue. México.

03librobuap01Mucho se ha especulado sobre la continuidad del libro impreso, ante los nuevos espacios que cada día conquistan los medios digitales en el mundo de la información, sobre todo durante la celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, instaurado por la UNESCO en 1995. Ante este debate, Mercedes Isabel Salomón Salazar, directora de la Biblioteca Histórica José María Lafragua, invita a sostener un manuscrito del siglo XIV: “tengo CD’s que no puedo abrir porque mi computadora ya no cuenta con un puerto para introducirlos; mucho menos floppy disks. ¿Qué se hace con todos esos archivos? Por el contrario, este libro está en tus manos y lo puedes ver”.

El libro de horas, elaborado alrededor de 1353 y el más antiguo que conserva la BUAP, es testigo de la persistencia con la cual esta clase de formatos físicos atesoran información frente al paso del tiempo. Sus 492 fojas de vitela –un material compuesto por piel de becerro- tienen plasmados aún los trazos que distintos copistas hicieron con materiales, como lapislázuli y oro, hace casi siete siglos. Dichos rasgos, destaca la especialista, son pautas para determinar que el escrito perteneció posiblemente a una persona adinerada. En una sociedad europea, en la cual pocos eran quienes sabían leer, los manuscritos circulaban en las altas esferas de la sociedad.

Sin embargo, siglos después, el surgimiento del internet y los archivos electrónicos dieron apertura a la difusión de información a costos menores y con mayor alcance. Para Ricardo Villegas Tovar, coordinador de Producción Académica y Visibilidad Internacional, de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la BUAP, la aparición de los medios digitales ocupa un segundo gran momento en la historia del libro. “Pero, a diferencia de lo sucedido con los copistas, dudo totalmente que la actual industria editorial vaya a desaparecer”, sentencia.

De acuerdo con Villegas Tovar, existe un motivo de gran peso por el cual difícilmente podría extinguirse el libro en papel: “Los copistas se dedicaban a reproducir las obras; las editoriales se dedican no solo a reproducirlas, sino a distribuirlas. Incluso, los principales promotores de la digitalización de los libros son las grandes editoriales comerciales, quienes han encontrado en los medios electrónicos una modalidad eficiente de distribuir a costos reducidos un gran volumen de contenidos”, explica.

En este sentido, César Ricardo Cancino Ortiz, director General de Publicaciones, encabeza actualmente un proyecto de digitalización de los casi 5 mil libros que han sido editados por la BUAP desde hace alrededor de 40 años. Asimismo, señala que, por instrucciones de la Ley General de Ciencia y Tecnología, promulgada en 2002 y cuya última reforma data de 2015, “todos los libros publicados por universidades públicas deben tener una salida en open access: ediciones electrónicas de acceso libre para todo público”. A pesar de la labor que implica dicho proceso, se estima que este año el repositorio se encontrará disponible.

Gracias a esta medida, la producción editorial universitaria podrá proyectarse a mayor escala, de acuerdo con la necesidad de fortalecer la distribución del conocimiento generado en la BUAP. “El trabajo del investigador no debe quedar en la conclusión del producto científico, ni siquiera en su publicación, sino que debe ir más allá, al procurar, por la vía de la calidad, que el trabajo comparta escena con los mejores trabajos del mundo”, asevera Villegas Tovar.

Así, con la finalidad de fortalecer la distribución, la Dirección General de Publicaciones (DGP) ha establecido convenios con casas editoriales de impacto nacional e internacional, como Penguin Random House y Sexto Piso, señala Cancino Ortiz. Aunado a ello, la circulación de las obras auspiciadas por la DGC se verá beneficiada por dos acciones específicas: la creación de una identidad visual y formal que permita a los lectores reconocer los títulos editados por la BUAP, así como estrechar la difusión a través de las dos sucursales de la Librería Universitaria.

Los tres especialistas convergen en una postura: difícilmente el libro impreso podrá desaparecer. Por el contrario, la labor de cada uno de ellos es un indicador de que ebooks, libros impresos y digitalizados coexistirán en la BUAP como distintas plataformas de un mismo conocimiento.

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